Tras años de investigación y formación en el ámbito del desarrollo personal y la intervención con mujeres en los diferentes ámbitos vitales, así como utilizar mi propia experiencia en mis procesos personales, formulé una metodología propia enfocada en guiar y acompañar a mujeres en procesos de transformación y empoderamiento.
Mi historia personal no habla de una infancia traumática o un historial con las drogas de la cual salgo como una triunfal vencedora no, mi historia es la de una mujer insegura, que mendigaba amor y era la salvadora del mundo.
Vivía en un piso con el que había sido mi pareja durante casi 6 años en Logroño (aquí, en La Rioja). Una relación basada en el abuso y la manipulación psicológica por su parte: me ocupaba de todo, le compraba todo y siempre hacíamos lo que él quería aunque de una manera casi perfecta, conseguía siempre darle la vuelta y convencerme que había sido "por mi" (¿se suena?).
Aunque había estudiado el grado de Trabajo Social y me había pasado la carrera especializándome en violencia de género y todo lo relacionado con la intervención con mujeres...no sabía que hacer con mi vida. Algo que tenía TAN CLARO años atrás, ya no lo era. Así que encontré un trabajo como tutora para una Universidad privada y ahí me anclé, con un contrato fijo y una falsa sensación de seguridad.
Mis amistades se reducían a mis compañeras de trabajo y una gran amiga de la Universidad aunque tendía a quedarme en casa por "no dejar solo" a mi pareja. Recuerdo que cuando él salía de trabajo tenía la necesidad de estar en casa. Nadie me obligaba pero...sentía que tenía que estar ahí.
¿Salud mental? Espera que te cuento: cuadro depresivo, ansiedad y una laaaarga lista de somatizaciones fruto de una relación de maltrato: vaginismo, infecciones de orina y migraña.
Odiaba mi cuerpo, odiaba mi forma de ser y aunque de puertas para afuera trataba de mostrar una imagen segura, alegre y complaciente para evitar que descubrieran que en realidad me sentía insegura, vacía y con miedo a ser rechazada.
Mucho mejor que eso, pillé al que era mi pareja poniéndome los cuernos con su compañera de trabajo (qué fuerte ¿no?) Y ese fue el punto de inflexión que me hizo coger mis maletas y volver a casa de mis padres.
Como buena "despechá" (como diría la Rosalía) me dediqué a demostrar al mundo que yo "había ganado" ¿Y cómo hacemos eso? Muy sencillo, poniéndote buenorra y ligando con todo bicho viviente.
Y te voy a ser honesta...mi aspecto exterior era muy bueno pero por dentro me seguía sintiendo igual de mal que en aquel piso con aquel hombre.